En la cultura eclesial occidental actual, los mensajes de prosperidad y bendiciones son omnipresentes. El cliché “Soy bendecido y muy favorecido” resuena en muchos pasillos de la escuela dominical y en restaurantes los domingos por la tarde.
Si bien el gozo realmente existe en el cuerpo de Cristo, muchas de las personas que sonríen el domingo se encuentran en circunstancias desagradables o difíciles. Algunos ponen cara feliz porque se espera de ellos, pero la tragedia y las dificultades abundan incluso entre los creyentes fieles. De vez en cuando, todo el mundo necesita un amigo que le ayude a levantar las manos cansadas para alabar a Dios.
A veces nos preguntamos cómo debería ser nuestra amistad en estos momentos. ¿Cómo puedes animar a alguien que sabes que está sufriendo y se esfuerza por aguantar fielmente, pero que simplemente no parece salir adelante? La respuesta, por supuesto, se encuentra en la Palabra de Dios. Siempre hay Escrituras positivas a las que podemos enviar a la gente, pero cuando nos enfrentamos a inmensas dificultades y penurias, también es reconfortante saber que hay libros de la Biblia que cuentan las vidas de personas reales que pasaron por penurias y tragedias extremas y, a través de fe en Dios, perdurada.
Dos de esas personas fueron Job y Noemí. Los paralelos de pérdida y dificultades entre ellos llegan a las profundidades de la tragedia humana. Mientras que Job perdió 10 hijos, todas sus ovejas, camellos, bueyes y la mayoría de sus sirvientes en cuestión de horas, las pérdidas de Noemí se acumularon con el tiempo. Su esposo y su familia abandonaron Belén con la esperanza de preservar su riqueza y su familia en tiempos de hambruna. Desafortunadamente, quedaron atrapados en Moab debido a circunstancias atenuantes y, finalmente, su marido murió. Luego, sus hijos se casaron con mujeres moabitas (lo que estaba prohibido para los judíos). Algún tiempo después, sus dos hijos murieron, dejándola sin posteridad, sin medios de ingresos y sin esperanza de formar una familia. Al igual que Job, Noemí fue saboteada y arruinada por la vida, habiéndosele despojado de todas las comodidades de una familia.
Curiosamente, tanto Job como Noemí tenían “amigos” que entraron en escena en medio de sus tragedias. Es aquí donde sus caminos difieren y distinguen lo que es la verdadera amistad.
Los amigos de Job aparecieron en medio de su atormentadora tragedia para “consolarlo” y en lugar de eso pasaron días acusándolo, decididos a que él había causado su propia muerte. Lo acusaron de pecado, lo castigaron por su debilidad de fe y lo culparon por lo que estaba soportando. Sólo al experimentar la reprensión de Dios los amigos de Job se arrepintieron y pidieron perdón. Es un momento sombrío que llama a cuestionar el valor de los amigos. Si incluso los amigos de un buen hombre lo decepcionan en sus momentos más bajos, ¿cómo puede cualquiera de nosotros esperar buscar algún consuelo en la humanidad?
Noemí, sin embargo, encontró una amistad de un tipo diferente: el tipo de amistad que resultó salvarle la vida y redimirle la alegría. Y, aunque Noemí estaba un poco decepcionada con el voto de devoción apasionada de su nuera, con el tiempo, la dedicación inquebrantable de Rut resultó ser el antídoto para el corazón sangrante de Noemí. El amor desinteresado de Rut hacia Noemí resultó ser una de las amistades más honorables y leales registradas en las Escrituras. Le devolvió el consuelo a Noemí cuando más lo necesitaba.
Es probable que tengas en estos momentos algún amigo que esté pasando por circunstancias extremas que escapan a su control. Su tanque de amor se vacía de la vida después de haberles repartido la copa de la amargura y la desesperación. Necesitan un amigo, y es posible que Dios te esté llamando a elegir qué tipo de amigo serás. Elegir ser una amiga como Ruth no será fácil, pero podría brindarles consuelo cuando más lo necesitan; podría salvar vidas y redimir la alegría.
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– Crystal Smith, directora de marketing y redactora
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