No sería una afirmación audaz decir que estamos en tiempos tumultuosos y caóticos. Hay más tensión en la atmósfera con cada titular controvertido o tragedia internacional. Las guerras y los rumores de guerras aparecen en el fondo no sólo de los paneles de noticias, sino también de las conversaciones domésticas en todo el mundo. Al parecer, la política alcanza un mayor crescendo de polarización cada día. La economía amenaza con hundirse y los precios siguen aumentando para todo tipo de bienes que puedas imaginar.
Fue este tipo de escenario al que Pablo se refirió cuando le dijo a Timoteo que orara por tiempos de paz:
Por tanto, exhorto ante todo a que se hagan rogativas, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que vivamos tranquila y pacíficamente en toda piedad y reverencia. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad… (1 Timoteo 2:1-4)
Observe por qué Pablo le dice a Timoteo que ore y busque una vida tranquila y pacífica, porque Dios desea que todos los hombres sean salvos.
Oramos por la paz, no para nuestro propio consuelo o porque eso significa que el reino de Dios ha llegado, sino porque esos tiempos nos brindan la oportunidad de trabajar para promover las metas de ese reino. La paz y la prosperidad según los estándares de esta vida no son el ideal por el cual el Señor quiere que luchemos.
Los tiempos más fáciles son un medio para lograr un fin. Cuando oramos para que la economía mejore o la política se calme, no deberíamos hacerlo en vano. Necesitamos aprender de los tiempos difíciles y predicar el evangelio con más celo siempre que tengamos la oportunidad. Y no lo olvide: incluso con los problemas del mundo, la historia está plagada de persecución mucho peor que la que muchos creyentes enfrentan hoy. Generaciones de cristianos han enfrentado dificultades hostiles para difundir el mensaje de Jesucristo a todos.
Está muy claro por la naturaleza del mundo que todavía no hemos alcanzado ese objetivo. Muchas más personas necesitan escuchar las buenas nuevas de Cristo antes de que se nos acabe el tiempo. Si se nos concede un indulto, no debemos dormirnos en los laureles, sino utilizar ese tiempo para trabajar aún más duro.
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